UN VIAJE DE CHARLOTTE A CARRÈRE

Uno de mis días más felices de la semana es obviamente el viernes, porque además de significar el inicio del añorado fin de semana, es el día de mi diplomado de literatura. Siempre quise tener un lugar donde hablar sobre la belleza de la palabra escrita, los poemas y los libros. Dialogar por horas sobre la solemnidad de un vocablo que puedes analizar incansablemente a nivel filológico y simbólico. Es ahí en el diplomado donde he conocido personas que me llenan la mente y el corazón de imágenes que sólo se pueden leer y sonidos que se hallan solamente entre líneas.

Fue hace unos días que leí dos libros que me recomendaron unas amigas de mis estudios literarios y me fue imposible no leerlos inmediatamente, porque cuando mis compañeras literatas me dicen que debo leer algo porque me encantará o me chocará, lo tomo muy en serio y me pongo a trabajar en ello de inmediato.

Charlotte, de David Foenkinos me bañó de metáforas con su prosa hecha verso. Una lluvia de letras perfectamente entrelazadas me conmovió hasta las lágrimas y pude en una sola sentada leer un poema novelado (¿o una novela poemizada?), porque Foenkinos es un orfebre y con sus manos ha creado un manuscrito de colores amarillos y dorados, que pueden tocarse a lo largo de la novela y llenar tus manos de destellos como estrellas. Fue un maratón de sensaciones de principio a fin. No me había topado con una novela así de dulce y aromática en años, ni siquiera recuerdo cuándo fue la ultima vez que abrazaba un personaje mientras caminábamos entre páginas juntos, ¡y en verso! 

Al día siguiente leí El adversario de Emmanuel Carrère, otro escritor francés que no escatima en detallar y recorrernos por senderos esta vez ni dorados ni amarillos, sino rojos y solitarios, de mentiras y de suspenso que es tan real que nos cala hasta las yemas de los dedos mientras cambiamos de página. Leer El adversario fue un reto, como ver una película con un gran elenco, que regala la mejor de las actuaciones en un ambiente frío e incómodo. Porque Carrère incomoda adrede, te llama para mirar a través de la mirilla una realidad humanamente animal. El hombre como un lobo de sí mismo, como decía Hobbes. El hombre que vive y miente y mientras miente, vive en su mentira vivida. 

Han sido lecturas completamente distintas, un trote poético y posteriormente una carrera al estilo Carrère. Lo he vivido todo a través de sus palabras, que aunque traducidas, no pierden esa esencia de esperanza que como humanos te abraza y te acoge en tu propia soledad.

Por cierto, ¿les he comentado que amo los viernes?

Publicado por yaeldan

Mamá, esposa, lectora y bloggera novata. Residente en Tierra.

3 comentarios sobre “UN VIAJE DE CHARLOTTE A CARRÈRE

  1. Realmente conmovedor saber deleitarse con ese montón de palabras hechas libros eh!! Magnífico Yael ya pienso en el próximo viernes qué te, nos, traerá en el vaiven alocado de parole, parole…..Besos ABA

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